Desde 2015, Trotter comenzó a centrarse en scooters eléctricos de una rueda, patinetas de una sola rueda y patinetas de surf terrestre.
Idioma

El cuento del niño extranjero y su dominio del FUNKYWHEEL

Marzo 05, 2025

En un pequeño pueblo enclavado entre montañas neblinosas y campos de arroz dorado, llegó un niño extranjero, que llevaba poco más que una mochila y una rueda FUNKYWHEEL. Su llegada fue silenciosa, pero su presencia era imposible de ignorar. Con ojos brillantes, cabello alborotado por el viento y una confianza que parecía irradiar desde adentro, el niño se destacaba entre la multitud local. Alto y apuesto, no se parecía a nadie que los aldeanos hubieran visto antes, y pronto se convertiría en alguien que nunca olvidarían.

La FUNKYWHEEL, una elegante patineta eléctrica con una sola rueda en el centro, todavía era desconocida para muchos habitantes del pueblo. La mayoría solo la había visto en vídeos en Internet, donde los usuarios realizaban trucos atrevidos en las calles de la ciudad y en senderos sinuosos. Pero este chico la había traído a su tranquilo pueblo y estaba decidido a andar no solo por las carreteras lisas, sino por los desafiantes paisajes que lo rodeaban: colinas, bosques y senderos rocosos que ningún ciclista común se atrevería a intentar.


Envíe su consulta

Al principio, los habitantes del pueblo observaban desde lejos, curiosos pero escépticos. El niño empezaba cada mañana practicando en la plaza del pueblo, equilibrándose sin esfuerzo sobre la rueda única, deslizándose hacia delante con la gracia de un bailarín. Su postura era relajada, sus movimientos fluidos, como si la tabla fuera una extensión natural de su cuerpo. Los niños se reunían en los bordes, susurrando emocionados. “¡Mírenlo! ¡Es como un guerrero en una rueda voladora!”, decían.

Pero el niño no se conformaba con paseos sencillos. Cada día se esforzaba más, abandonaba la seguridad de la plaza y se adentraba en el terreno salvaje que había más allá. Caminos de grava, senderos forestales, puentes estrechos y colinas empinadas se convirtieron en su campo de entrenamiento. La FUNKYWHEEL no era solo un juguete para él, era una herramienta que dominar, un compañero en su búsqueda por conquistar todas las superficies. Se inclinaba en las curvas con precisión, usaba el peso de su cuerpo para mantener el equilibrio sobre pendientes rocosas y se deslizaba sin esfuerzo sobre hierba, tierra y piedra.

Los aldeanos estaban asombrados. Habían visto a ciclistas y excursionistas intentar recorrer esos senderos y luchar, pero el apuesto muchacho extranjero los sorteaba con facilidad, como si la tierra misma estuviera guiando su camino. Cuando bajaba la colina, su largo cabello ondeaba detrás de él como un estandarte, y su expresión concentrada lo hacía parecer un héroe de un cuento antiguo. La gente comenzó a llamarlo el Jinete del Cielo, un símbolo de habilidad y osadía como nunca antes habían presenciado.

Pero no fue fácil dominar la bicicleta. Hubo momentos en que el chico se cayó, muy fuerte. Tenía cortes y raspones en los brazos y las piernas, y a veces la tabla se le resbalaba en pendientes pronunciadas o rocas resbaladizas. Sin embargo, nunca se detuvo. Cada caída era una lección, cada moretón una señal de progreso. Estudió el terreno, aprendió cómo se sentía el suelo bajo la rueda, entendió los sutiles cambios de equilibrio necesarios para andar con suavidad sobre diferentes terrenos. La FUNKYWHEEL se convirtió en su compañera más cercana, su tecnología se fusionó con sus instintos hasta que andar en bicicleta se convirtió en algo natural.

Pasaron los meses y los aldeanos, que antes sentían curiosidad, se convirtieron en sus partidarios. Los niños corrían junto a él en sus bicicletas, animándolo mientras subía las colinas más empinadas. Los ancianos observaban con admiración cómo serpenteaba sin esfuerzo por los estrechos senderos, recortando su silueta contra el sol poniente. Incluso aquellos que dudaron de él al principio ahora hablaban de él con orgullo, maravillándose de cómo el muchacho extranjero había dominado no solo su tabla, sino el espíritu mismo de la tierra.

Un día, durante un festival local, los habitantes del pueblo invitaron al niño a mostrar sus habilidades. Con todo el pueblo reunido, realizó un recorrido impresionante: partiendo de la cima de la colina más alta, deslizándose por pendientes rocosas, saltando sobre pequeños arroyos y atravesando estrechos senderos forestales antes de llegar a la plaza del pueblo con una parada perfecta y equilibrada. La multitud estalló en aplausos y los niños lo rodearon, rogando poder probar ellos mismos la FUNKYWHEEL. Sonriendo, el niño se bajó, dejando que sintieran la magia bajo sus pies.

El muchacho extranjero había llegado como un extraño, pero gracias a su dedicación, coraje y dominio de la FUNKYWHEEL, se había convertido en una leyenda. En ese pequeño pueblo, su historia se contaría durante años: la historia del chico guapo que llegó desde muy lejos, montó en una sola rueda y se convirtió en un maestro no solo de su tabla, sino de la tierra, el aire y los corazones de las personas que lo vieron volar.


Elige un idioma diferente
Idioma actual:Español
Chat
Now

Envíe su consulta